En el contexto de la visita pastoral, llegados al tercer día, el turno fue para la Parroquia San José de Centro Alegre y Campo Bello, corregimientos de Planeta Rica, el obispo diocesano se encontró con una gran porción de la comunidad en la Capilla María Auxiliadora y especialmente dedicó gran parte a los maestros de la Institución Madre Laura, reflexionó varios tópicos con ellos lo mas importantes a continuación:
Exaltó la misión y tarea de los docentes, poniendo en superlativo, el valor de la escucha como distintivo principal del verdadero maestro, que edifica la vida del discípulo.
Les recordó el valor de la formación permanente, pues en la medida que se es capaz de ser un buen discípulo también se puede ser buen maestro, de ahí la necesidad de estar aprendiendo siempre, constantemente.
El docente tiene un compromiso permanente en transmitir la verdad.
El maestro comunica no una verdad presente sino trascendente, una verdad no del tiempo sino inmutable. La verdad de Dios es estable, la humana es inestable, cambiable.
Puso de relieve que la principal forma de enseñanza es con la propia vida, el respaldo más grande a lo que se enseña es el testimonio, por tanto, la verdadera enseñanza trasciende y desborda el aula de clases.
Obedecer a la inspiración interior, debe ser una consigna para un maestro; es una vocación, cuando se vive de esa manera, no sólo hay gusto sino es una necesidad imperante de comunicar y transformar la vida de otros, ayudándole a trazar objetivos claros.
Un maestro no vive para una remuneración, pues el dinero corrompe.
El reto propuesto por el Señor es subir a la montaña, esto se traduce en ideales de la más alta calidad, sino apunta lejos (el maestro) tampoco ayudará a sus estudiantes.
Luego de su reflexión, escuchó e interactuó con los presentes, escuchando sus inquietudes, éstos se mostraron muy agradecidos que se les haya dedicado un espacio importante en la agenda de la Semana Pastoral.