La Cuaresma, 40 días de preparación a la Pascua, comienza mañana con la signación de la cruz de ceniza (utilizo este término porque imposición, como dicen algunos, implica anulación de la libertad de quién la recibe). Es todo lo contrario, quién recibe este signo debe hacerlo con total y consciente libertad y voluntad.
Por medio de este signo se hace un doble reconocimiento: primero a Dios como fuente de toda Gracia, perdón y misericordia; y en segundo lugar, reconocemos nuestra condición humana, somos polvo, somos creaturas, somos barro, somos ceniza.
Seguido de este doble reconocimiento, nos recuerdan un gran compromiso como personas de fe: cambiar, corregir, enderezar, en términos del Evangelio: CONVERTIRNOS.
Quitemos de nuestra mentalidad arraigada ese carácter mágico, supersticioso y fanático que desvía, desvirtúa y empobrece este valioso y antiguo signo.
Con esta celebración, damos inicio a este camino cuaresmal, 40 días para interiorizar nuestra vida, es decir, penetrar en las profundidades de nuestra espiritualidad.
Desde mañana empezaremos a vivir las prácticas cuaresmales: ORACIÓN, AYUNO Y CARIDAD. Cada práctica nos llevará a amar a Dios, a amarnos a nosotros mismos y al prójimo.
Pongámosle profundidad y hondura a estas prácticas que corren el peligro de quedarse en la superficialidad y apariencia.
Bienestar y paz para todos.
Con aprecio.
Pbro. Pedro Orozco