Este último domingo del mes de septiembre (30) nos pone frente a nosotros la virtud o el valor de la TOLERANCIA; Jesucristo quiere que nosotros sus discípulos seamos tolerantes frentes a los que son diferentes, es decir, abiertos a los que no son iguales a nosotros.

Somos conscientes que hacemos parte de una sociedad intolerante que rechaza, señala, estigmatiza, discrimina y excluye al que piensa, vive, siente y actúa de modo diferente. Esta intolerancia se vive en nuestras familias cuando pretendemos que todos los hijos sean iguales, en nuestras relaciones interpersonales cuando anhelamos que el otro sea como yo, en nuestras comunidades parroquiales cuando buscamos que todos tengan el mismo uniforme mental y comportamental, en nuestros sitios de trabajo cuando somos impacientes con los demás.

Cabe recordar que tolerar es ACEPTAR, RECONOCER Y VALORAR al otro como diferente a mí pero a la vez complementario, esto es, yo aprendo del otro y el otro aprende de mí, nos enriquecemos mutuamente. El diferente no puede ser visto como rival, enemigo, oponente, urge convivir en medio de las diferencias. No podemos pretender que todos seamos iguales, somos diferentes y esa es una riqueza para la humanidad.

Dios nos ayude a ser tolerantes.

Feliz semana para todos.

Con aprecio.