El segundo domingo de este tiempo de adviento nos invita a revisar en nuestra vida el valor de la ESPERANZA.
Esta virtud hay que fortalecerla porque a diario solemos ser desesperados y desesperanzados, no dejemos que el pesimismo , la mente negativa y el desgano orienten nuestra vida.
Tener esperanza significa saber aguardar con paciencia las promesas de Dios, tener la certeza o la seguridad en Dios que no falla, que cumple, que no nos defrauda.
En este mismo sentido, fortalecer la esperanza implica preparar nuestra vida para que Dios entre a salvarnos, es disponernos para que Dios llegue a nuestra vida, a nuestra historia y manifieste su poder y grandeza.
Cabe aclarar que este valor de saber esperar a Dios no nos convierte en personas pasivas, no esperamos a Dios con los brazos cruzados ni sentados sino comprometidos, actuando en el día a día con nuestras responsabilidades y quehaceres.
Finalmente, tener esperanza es vivir con optimismo e ir anhelando un mejor mañana aunque el presente esté complicado o difícil. Llenemos nuestra vida de fuerza positiva, siempre se puede con esfuerzo y con la ayuda de Dios. Con Dios, todo es posible.
Feliz semana para todos.
Con aprecio.