Este tercer domingo de Pascua (15 de abril) nos convoca a seguir celebrando la Resurrección del Señor, una renovadora experiencia de fe y un verdadero encuentro transformador.
El mejor regalo de Cristo resucitado a la iglesia es la PAZ, un don de lo alto que todos necesitamos.
Una paz interior que se queda en nuestros corazones, una paz estable, verdadera y duradera; una paz que no se reduce a un documento escrito y firmado.
Una paz que nos da valentía para superar los miedos y las dificultades; una paz que nos devuelve la alegría; una paz que nos aumenta la confianza; una paz que supera las falsas promesas de las campañas electorales; una paz que nos alimenta la esperanza de tiempos mejores; una paz que posibilita la reconciliación y la fraternidad; en fin, una paz que nos da serenidad y armonía como nosotros mismos, con Dios y con los demás.
Sigamos viviendo la Pascua con mucha alegría y con deseos de ser mejores.
Bienestar y paz para todos en esta nueva semana.
Con aprecio.