Con las palabras iniciales del cántico de San Francisco de Asís (alabado seas) inicia la Carta Encíclica que el pasado 24 de Mayo, solemnidad de Pentecostés, del presente año, el Papa dio al mundo sobre el cuidado de nuestra casa común: la tierra.
Es un extenso documento de 246 numerales organizado de la siguiente manera:
Una INTRODUCCIÓN (#s 1-16) en la que nos invita a sensibilizarnos y a preocuparnos de forma unida por el presente y el futuro de lo que él llama nuestra casa, madre y hermana: la tierra. El daño que todos le hemos hecho al medio ambiente requiere acciones conjuntas en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral.
El CAPÍTULO I titulado LO QUE ESTÁ PASANDO A NUESTRA CASA (#s17-61) esboza la situación problemática del mundo y de la humanidad: contaminación y cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, el problema del agua, el deterioro de la calidad de vida humana y degradación social y la inequidad o injusticia que se vive en el planeta. El objetivo de esta reflexión no es alarmarnos sino invitarnos a tomar conciencia y a aportar en la solución de esta realidad compleja.
El CAPÍTULO II que bien llama EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN (#62-100) aporta una reflexión creyente a esta crisis ecológica; en la reconstrucción del daño que le hemos causado a la madre tierra, la luz de la fe nos lleva a un compromiso y a una mayor responsabilidad, sin desconocer que la voz de la teología debe estar abierta al diálogo con las otras ciencias en la búsqueda de soluciones.
El CAPÍTULO III llamado RAÍZ HUMANA DE LA CRISIS ECOLÓGICA (# 101-136) presenta que la causa de esta problemática está en el modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla.
La ciencia y la tecnología han instrumentalizado al ser humano, no hay límites en su actividad, lo que era un medio se convirtió en un fin. Termina afirmando el santo padre: “la técnica separada de la ética difícilmente será capaz de autolimitar su poder”.
Continuando con el CAPÍTULO IV que de manera acertada llama UNA ECOLOGÍA INTEGRAL (#s 137-162) nos presenta las dimensiones globales de la nueva ecología: ambiental, económica, social, cultural y cotidiana.
Incorpora un término muy rico e interesante, la ecología humana, es decir, la ecología debe llevarnos a elevar la calidad de vida del ser humano de forma individual y social.
En el CAPÍTULO V del documento en mención que lleva por nombre ALGUNAS LÍNEAS DE ORIENTACIÓN Y ACCIÓN (#s 163-201) nos exhorta a los hombres de buena voluntad a un diálogo desde las políticas internacionales, nacionales y locales. Esta situación problemática reclama un cambio urgente y una toma de decisiones que busquen salidas desde lo teórico hasta lo práctico, son reflexiones para convertirlas en acciones, de lo contrario seguimos destruyendo nuestra casa.
Llegados al CAPÍTULO VI de la presente encíclica encontramos el título EDUCACIÓN Y ESPIRITUALIDAD ECOLÓGICA (#s 202-245) en la que se nos recuerda que esta crisis reclama una nueva mentalidad, una toma de conciencia que va desde lo cultural, lo educativo y lo espiritual, la escuela, la familia, los Medios de Comunicación y la parroquia serán de mucho valor en este cambio de ser, pensar y actuar de la nueva humanidad que estamos construyendo. Dios estará con nosotros en este duro camino que debemos emprender si queremos vivir un mejor mañana.
Finalmente, en la CONCLUSIÓN de la carta encíclica (#246) el Papa Francisco dirige dos hermosas plegarias: una por nuestra tierra y la otra una oración cristiana con la creación en la que nos invita a creer en un Dios creador y a asumir los compromisos con la creación.
Que esta síntesis nos motive a conseguirla y a leerla pero sobre todo a unirnos en la solución de la problemática que a todos nos compete.
PEDRO RICARDO OROZCO OROZCO.
Presbíetero