Hoy, 26 de Diciembre tuvieron lugar las Solemnes Exequias en la Iglesia Madre Diocesana, presididas por el Obispo Emérito de Neiva, Monseñor Darío Molina Jaramillo, por delegación del Obispo Diocesano, Mons. Alberto Rolón,  quien diera todas las directrices para las honras fúnebres del sacerdote Gustavo; el presbiterio, las religiosas y laicos acompañaron fervorosamente los restos mortales del presbítero.

El  padre Gustavo “Angelito”, nació en Manizales, Caldas, el día 8 de Junio de 1927, ordenado sacerdote el 12 de Febrero 1962, fue miembro de la orden Siervos de María, hizo sus estudios teológico en Europa, ejerció su ministerio en la Diócesis de Montería como párroco de San Andrés de Sotavento, Jesús Obrero en el barrio P 5, Nuestra Señora de Pompeya, Sagrado  Corazón de Jesús, en Montería, Nuestra Señora de Lourdes, Pueblo Nuevo, Vicario Parroquial de Nuestra Señora de Fátima, San Antonio Cereté,  Santa Cruz de Lorica, San Juan de Sahagún y San Jerónimo; además de ejercer cargos diocesanos, como canciller, Capellán de la cárcel Las Mercedes y del Ejercito Nacional, y también miembro del Consejo presbiteral y de Gobierno Diocesano.

Monseñor Darío Molina, exaltó la virtudes cristianas y humanas del sacerdote: su entrega, lealtad,  alegría,  disposición, una persona jovial, amorosa, cercana, “de labios sellados”,  piadoso, apóstol celoso del enfermo, del pobre, de lo simple de los llano, generoso, de rica calidad humana, de bella oratoria.

Recordó un aniversario más de padre Oscar Jiménez  sin dejar de lado el Martirio de Esteban, que hace parte de la Octava de Navidad, tiempo litúrgico que la Iglesia Celebra.

Afirmó- a propósito de su fallecimiento en la madrugada del 25, en la Natividad del Señor-, “El padre Gustavo Ángel celebró su nacimiento al cielo junto al nacimiento en la carne de Nuestro Señor, me atrevo a creer que es don tan particular que puedo decir con simplicidad de creyente… de cristiano… ha llegado directamente a la Gloria del Padre”.

Al final,  impartió su bendición y de ahí los asistentes partieron hacia la última morada del sacerdote Gustavo Ángel Márquez.