El escenario escogido para finalizar la Visita Pastoral, fue la Parroquia Nuestra Señora de Chiquinquirá, una parroquia rural, que tiene treinta y un años de creada, con unas realidades y retos muy específicos.
De casi todas las parroquias visitadas durante la semana se reunieron para de la mano del Monseñor reflexionar sobre el trabajo que se realiza en cada parroquia:
La primera de sus afirmaciones fue contundente, “Dios es el dueño de la viña y muchas veces se cambia el rol creyéndose algunos propietarios de lo que solo son administradores”.
Junto a eso también recordó que cada uno tiene talentos, fundamental es ponerlos a trabajar en la edificación del Reino de Dios, traducido en un evangelización más eficaz y organizada que alcance a todos.
Como Iglesia debemos volver a la conciencia de ser consagrados, a ser de veras discípulos y misioneros, ciertamente los hombres atentan contra la alianza, en contra de nuestra consagración, pero Cristo vino a restaurar ese pacto con Dios Padre.
La tarea que debemos realizar no la podemos hacer si verdaderamente no estamos organizados, de ahí la particular atención al proyecto pastoral de la diócesis que quiere ayudarnos a organizar el trabajo y hacerlo más fructífero.
“El obispo puso como criterio para avanzar sentirse pueblo de Dios, si no se avanza solo se es masa”.
Recalcó la vocación misionera, que empieza desde los hogares de cada quien y desde ahí hacia todos los otros escenarios.
Además resaltó el valor de las vocaciones sacerdotales y religiosas y el deber de orar incansablemente por ellas.
Sin dudas esta visita sirvió para movilizar a las parroquia y hacer conciencia del momento histórico que estamos viviendo y la urgente necesidad de avivar el don que cada uno ha recibido.
Manifestó la inmensa gratitud por cada uno de los días de su gira pastoral en la Vicaría de Planeta Rica.