En 60 Años de existencia de esta Iglesia Particular han existido y existen personas que con su entrega, dedicación y amor por la obra del Señor no dejan de sorprender por su vigencia y presencia.
Una de estas personas es sin lugar a dudas el sacerdote Gumersindo Dominguez, basta llegar a donde se encuentra viviendo para notar unos signos característicos de su ministerio sacerdotal: oración, estudio, devoción mariana y amor a la Iglesia, a quien ha dedicado toda su vida y seguirá dedicando porque se es Sacerdote para siempre.
Junto a un reclinatorio, hay una verdadera mesa de estudio, la imagen de la Inmaculada Concepción de María, los venerables Papas Pablo VI, San Juan Pablo II, Francisco, el Crucifijo y que decir de una extensa biblioteca, muestra de una disciplina de estudio incansable, todos estos signos no son más que una manifestación coherente de quien ha asumido la vida sacerdotal con gozo y abnegación total.
El padre Gumersindo es siempre un hombre de Dios, acogedor, siempre alegre, con una palabra sabia, con una gran capacidad de escucha, viviendo una soledad fecunda, un silencio que permite una escucha clara de la voz de Dios; su rostro y la transparencia de su mirada irradian la permanente intimidad con el Maestro Jesús.
Gracias “Padre Gumer”, por tu vida hecha un don generoso, siempre disponible, por el valioso aporte de tu existencia al servicio de esta Iglesia Monteriana.