AMADOS JOVENES:
En nuestra historia personal de vida, vamos avanzando a través del tiempo (KRONOS), y al encontrarnos a JESUS, èste se convierte en Salvación (KAYRÓS), de manera muy especial, Ustedes están llamados a aprovechar al máximo este tiempo, esta etapa de sus vidas para descubrir a Jesús y habiéndolo descubierto, anunciarlo a otros jóvenes, viviendo, pues, la Alegría de la Buena Nueva.
En este primer mensaje, Providencialmente coincidiendo con el mes de Octubre, que seguramente han escuchado como el mes de las misiones y del Santo Rosario; para ello quiero tomar unas palabras del mensaje del PAPA FRANCISCO, para exhortarlos desde ya a despertar en Ustedes el SER DISCIPULOS MISIONEROS DE JESUS.
“El Evangelista cuenta que el Señor envió a los setenta discípulos, de dos en dos, a las ciudades y pueblos, a proclamar que el Reino de Dios había llegado, y a preparar a los hombres al encuentro con Jesús. Después de cumplir con esta misión de Anuncio, los discípulos volvieron llenos de alegría…
Los discípulos estaban llenos de alegría, entusiasmados con el poder de liberar de los demonios a las personas. Sin embargo, Jesús les advierte que no se alegren por el poder que se les ha dado, sino por el amor recibido: «porque vuestros nombres están inscritos en el cielo» (Lc 10,20). A ellos se les ha concedido experimentar el amor de Dios, e incluso la posibilidad de compartirlo. Y esta experiencia de los discípulos es motivo de gozosa gratitud para el corazón de Jesús.” (MJMM 1-2)
Pues bien, mis amigos y amigas, en sus parroquias, comunidades, movimientos y grupos ustedes están llamados a vivir el fuego ardiente del Amor de Cristo, a través de la oración, la lectura de la palabra, la vida fraterna y la eucaristía (Hch 2,42-46), pero ese fuego que se enciende no se puede dejar apagar y además, debe contagiar a los de tu entorno, por eso de manera muy especial los invito para que dejemos la pereza a un lado y salgamos a anunciar y proclamar que Jesucristo está Vivo y Resucitado.
Teniendo presente que: “El Padre es la fuente de la alegría. El Hijo es su manifestación, y el Espíritu Santo, el animador. «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 1).
Todos los discípulos del Señor están llamados a cultivar la alegría de la Evangelización. ANÍMATE TU.
Con cariño y aprecio
Pbro Dick Benjumea