• on 3 octubre, 2014

Homilía Fiesta San Gabriel por Monseñor Alberto Rolón

Centro Parroquial San Gabriel-Montería
Homilía San Gabriel
28 de Septiembre 2014
Autor :Monseñor Alberto Rolón

En la primera parte de la homilía, dirigida a la Comunidad y a los niños de Primera Comunión y después del saludo a la comunidad reunida y de ponerse al día con una visita que tenía pendiente, en su reflexión, empezó por detallar el saludo del Arcángel Gabriel a la Santísima Virgen María: María está dispuesta al mensaje, sin embargo, se turbó ante estas palabras, no las esperaba, es Dios quien habla, enviándole el mensaje, las Palabras del Ángel no son humanas, no son producto de la razón o pensamiento del hombre, no; son salidas de la Eternidad, porque Dios quiere cumplir sus promesas. Quiere darnos la gracia de la salvación.
Y María dice, algo tan especial: “Hágase en Mí, según tu Palabra”, es decir, María abre su ser para que Dios Actúe, el hijo de Dios eterno del Padre, sale de la Gloria Eterna y entra en las entrañas de la Virgen María, la semilla del Eterno.
El Eterno Dios, ha preparado el ser de María con la pureza, de Ella cada uno de nosotros debe aprender; para que Dios venga a estar conmigo debo repetir: Hágase tu voluntad. Exhortando a los niños de comunión para que como María aceptaran la voluntad de Dios.
Y en el Evangelio, habló de hacer la voluntad de Dios, de la rebeldía frente a esta voluntad, planteando la pregunta: ¿Que clases de hijos somos?… lo que hacen la voluntad del Padre?
Con el Credo los niños le dicen si al Padre, aceptan la voluntad de Dios, recordándoles los mandamientos de la Santa Madre Iglesia, en especial hizo énfasis, en el primero, ir a misa todos los domingos.
También, recordó en segundo lugar la confesión como mandamiento de la Santa Madre Iglesia, poniendo de presente que en tanto el cristiano se percata de que cometió pecado mortal debe confesarse o al estar en peligro de Muerte.
Comentó…el texto de San Pablo, “No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo”. (Ef. 4, 26-27)
Agregó, además que no se debe terminar el día en pecado, debo estar la presencia de Dios, no hay que dejar que Satanás haga en nosotros lugar, recordó como algunos abandonan el sacramento de la confesión y después de mucho tiempo, solo recuerdan haberse confesado antes de la primera comunión.
Ratificó el compromiso de la Palabra dada, nuestra promesa a Dios, esa palabra es Sagrada, lo que prometemos es a Dios, que tiene buena memoria, se la puede olvidar a los hombres pero a Dios nunca. Dios quiere permanecer en nosotros como en María, para que alcancemos la Salvación.
En la Segunda lectura-comentó- El Señor no sólo nos enseña sino que, además, hace la Voluntad de Dios, siendo Dios, tomó la condición de esclavo.
Recordó las palabra de Jesús en el huerto de los olivos, esa oración tan hermosa, “Si es posible que pase este cáliz, pero que se haga, tu Voluntad”, Jesús es obediente hasta la muerte, esta voluntad del Padre ¿qué le costó? Su propia vida, nos enseña con su ejemplo, con su testimonio, para el perdón de los pecados, ese el costo de la salvación, Cristo todo lo hace por amor. No sólo da el testimonio sino que quiere que hagamos su voluntad.
Cuántas veces se reza el Padre Nuestro, conviene detenerse en la petición, que se haga tu Voluntad así en el cielo como en la Tierra.

Aceptar esa voluntad es caminar hacia el cielo, pero a veces caminamos hacia el mundo, se escucha la Palabra Divina, pero a veces caminamos hacia el mundo, a veces escuchamos más las palabras del mundo. Y esas palabras del mundo son violencia, odio, egoísmo, adulación soberbia.

El profeta Ezequiel nos recuerda que a veces culpamos a los demás. El ser humano acostumbra a culpabilizar, se dice con frecuencia a mi nadie me dijo, es que yo no sabía, o se le echa la culpa a Dios, Usted(Dios) por qué permite eso? y por qué me hizo asi?, por qué me quitó esto o aquello?; Cuándo la culpa es del hombre, hay que responsabilizarse de los pecados; como Adán que culpabiliza a Dios diciendo la mujer que Usted me dio.

Adán y Eva, no pidieron perdón por eso se configura el pecado, así si no pedimos perdón no hay conversión, sino hay arrepentimiento de nuestras faltas no habrá perdón. “Perdona nuestra ofensa como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, se dice en el Padre Nuestro.
Es necesario, Responsabilizarnos de nuestra culpas para así sanar nuestro corazón, no podemos dejar que el mal nos vaya invadiendo, el Señor que es bondad y misericordia nos perdonará, y ante su mirada, como miró en la cruz al ladrón arrepentido, y dirá: Hoy estarás conmigo en el paraíso.(Lc. 23, 43)
Cuántas cosas nos da el Señor?, es la gracia de esa redención, de esa salvación, cuántos mensajes y cuán sublime es su palabra, que salió de la eternidad para que nosotros comprendiéramos en la cotidianidad, en nuestro medio la voluntad del Dios, nos da a María y a los santos Arcángeles, para que nosotros crezcamos en fe y en gracia.
Escuchemos la palabra y tengamos presente de quièn viene esa palabra, de quién viene eso que hemos escuchado, de la eternidad para meterse en el tiempo, en el tiempo de la vida, de tu corazón de tu alma de tu ser, para que levantes tu ser para que puedas alabar a Dios, bendecir y glorificar a Dios.
Amén

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